viernes, 24 de julio de 2009

No, señora ministra, no por tenerla más grande somos mejores

Veo en la televisión y leo en El País las declaraciones de la ministra Garmendia durante la inauguración del Gran Telescopio de Canarias (por cierto, iniciado hace 9 años, menos lobos). Según la ministra, este telescopio nos coloca "como la novena potencia científica mundial". Sin duda alguna, es todo un éxito para el país, y augura un sin fin de descubrimientos asombrosos. Todo un ejemplo de lo que debería ser la política de I+D española. Pero nada de ser la novena potencia científica mundial. ¿En qué se basa? ¿En tenerlo más grande? Antes de vender la piel del oso, repasemos algunos datos interesantes:
  • ¿Cómo andamos de inversión en I+D? Creía que era algo menor del 1,3%, bastante lejos del 2% que deberíamos tener.
  • ¿Qué tal de inversión privada? Con un tejido empresarial incapaz de participar activamente, por su propia naturaleza (PYMES, turismo, construcción), menos de un 50% de la inversión por parte privada, mucho menor de los 2/3 de la inversión esperable (y, últimamente bajando). Con la administración incapaz de promocionar un nuevo tejido basado en empresas de base tecnológica creadas a partir de universidades, centros de investigación y parques tecnológicos.
  • ¿Investigadores, doctores y tecnólogos? Estamos muy lejos de alcanzar las proporciones de titulados doctores de los países que realmente se preocupan por la I+D. Nos falta mucho para tener un número de investigadores adecuado (en 2004, 55000 más para 2010, ¿alguien se acuerda?). Los tecnólogos y personal de apoyo son mencionados a veces, pero no se toman en serio sus carreras.
  • ¿Por qué el MICINN precisamente fue el más castigado en el último recorte presupuestario? ¿Por qué se le desgajó la parte de universidades?
  • ¿Acaso podemos decir que los criterios de selección de personal de las universidades son claros, imparciales y basados en los méritos? En general, ¿se da publicidad a las convocatorias? (más allá del tablón de anuncios de cualquier vicerrectorado) ¿Se controlan los perfiles, para que se correspondan con puestos necesarios y reales y no con candidatos con nombre y apellidos?
  • ¿Son suficientes los fondos dedicados a proyectos de investigación? Me temo que no, sobre todo en cuanto a contratación de RR.HH. Desde luego, es imposible para un grupo soñar con una financiación estable, y mucho menos pensar en contratar a alguien más allá de 3 años (siempre con un sueldo ajustado, técnico o licenciado, postdocs casi imposible).
  • ¿Se auditan correctamente sus resultados de los investigadores? ¿Se actúa en consecuencia con los grupos que ofrecen resultados menos que mediocres? ¿Y sobre sus centros, que les permiten seguir medrando?
Y podríamos seguir y seguir. No, no somos precisamente la novena potencia en investigación, y algunas viñetas del incombustible y nunca correctamente ponderado Forges siguen siendo de brutal actualidad, aunque hablen en pesetas:

miércoles, 15 de julio de 2009

Futura Ley de Ciencia y Precariedad Laboral


Hoy he asistido a una mesa redonda dentro del "I Encuentro de Estudiantes por la Ciencia", organizado por la Asociación de Estudiantes de Ciencias Siglo XXI de la Universidad Autónoma de Madrid, representando a la FJI/Precarios (de la que soy presidente). Esta mesa redonda se titulaba "Futura Ley de Ciencia y Precariedad Laboral", y, aparte de un servidor, contó con la asistencia de:

Dr. Pedro Serena - Profesor de Física Condensada del CSIC.
Dra. Carmen Ruiz-Rivas - Directora del Departamento de Matemáticas de la UAM y ex-Directora General de Universidades.
D. José Luis Virumbrales - Director del Parque Científico Leganés Tecnológico (UC3M) y Vicepresidente de la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España.
Dr. Juan Luis Vázquez - Catedrático de Matemática Aplicada y que acudió como miembro de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE).
Dr. Julio Sánchez - Profesor del área de Biología Celular en la UAM y representante de UGT.

Habrían querido contar con algún representante del MICINN, pero no ha podido ser.

La mesa fue bastante dinámica, con bastantes preguntas del público (estudiantes de ciencias, principalmente). Comenzamos hablando sobre el borrador del anteproyecto de la Ley de la Ciencia, en general, reconociendo su necesidad, recordando la historia de la investigación en España, los avances conseguidos y la situación actual. En general, se apreció el valor de iniciar este proyecto... pero tambien sus muchos defectos: la poca concreción en muchos aspectos, el olvido de la Universidad, etc.

Según progresó la discusión, y con las preguntas de la concurrencia, se fueron tocando otros temas. Especialmente, el destino de los doctores fuera de la universidad. Pedro Serena apuntó que las empresas ya existentes no iban a absorber los doctores formados en el sector público, sino que había que esperar al desarrollo de las nuevas empresas de base tecnológica. Se habló también de la necesidad de considerar las carreras de los investigadores contratados por proyecto, de los que no elegían realizar el doctorado (tecnólogos), del personal técnico y de gestión, todo ello no considerado en el borrador de la ley.

Hubo una discusión interesante sobre la necesidad o no de contratos. José Luis Vázquez cuestionó la importancia de discutir sobre contratos y becas si las becas cubriesen derechos laborales, y sobre el riesgo de que estos contratos devengan en indefinidos, quedando un investigador doctoral contratado de por vida a su centro. Se pusieron varios ejemplos sobre la laboralidad de los investigadores en el doctorado, la necesidad de que estén contratados y la aplicación de contratos durante todo el doctorado sin que deviniesen en indefinidos. Además, se incidió en la importancia de la movilidad y de que los investigadores no permaneciesen toda su carrera en el mismo centro.

En resumen, una mesa redonda interesante y creo que provechosa para los asistentes, en general, interesados en dedicarse a la investigación en el futuro próximo. Se les advirtió del peligro de aceptar situaciones de precariedad a cambio de la posibilidad de investigar a cualquier precio, y al valor que tiene buscar nuevas posibilidades en centros distintos a aquel donde estudiaron.