martes, 9 de agosto de 2011

Una escapada espiritual

El Camino de Santiago, una senda miles de veces hoyada, en busca de la tumba del apóstol. Lo acabo de recorrer en bicicleta con otros tres colegas, desde tierras leonesas. Lo recomiendo. Han sido seis días estupendos, desde los llanos maragatos y las vegas bercianas hasta las corredoiras gallegas. Ahora tengo incluso una hermosa compostela, galardón de la hazaña.



Escribo esta entrada a raíz de un artículo titulado "Hay espiritualidad sin religión", en el que el autor propone que lo que entendemos como espiritualidad (por ejemplo, preguntarnos por el sentido de la vida), no requiere seguir una religión. Ni siquiera hace falta ser deísta. Coincido completamente con esta idea.



El Camino ha sido una experiencia plenamente espiritual, y sin necesitar para nada la religión. De hecho, siento que el Camino es mucho más ligero sin el lastre de la religión. Llegué a Santiago sin necesitar la motivación de antiguas leyendas. Amistad, esfuerzo, imaginación, esas fueron mis motivaciones, y bastante satisfactorias.



Y un poco de fantasía porque, viendo ciertos lugares, ¿quién no creería ver trasgos o meigas acechando entre los líquenes y el musgo?