viernes, 23 de enero de 2009

Las cajas cerradas

Tras escribir el post anterior, he recordado una anécdota que me contaron ayer, bastante off-topic en este blog, pero que viene al hilo del tema de la crisis y la banca. Por si no lo sabéis, se supone que las Cajas de Ahorros son sociedades sin afán de lucro (o algo por el estilo), y que, por tanto, revierten parte de sus beneficios en el entorno. De ahí las "obras sociales", patrocinios y similares.

No voy a decir que no sea así, pero me comentaban que hace pocos años se organizó un plan para fomentar el autoempleo entre los inmigrantes (¡y no en el ladrillo!). Para ello, se otorgaron fondos a diversos tipos de asociaciones y sindicatos para contratar asesores que ayudasen a los inmigrantes a preparar sus proyectos. En una segunda parte, los proyectos se presentaban a una de estas Cajas, que seleccionaba los válidos y los apoyaba económicamente. Esta era la teoría. Y la teoría parece ser que se cumplió por parte de los asesores, los cuales se prepararon los proyectos, con todo su papeleo, planes de futuro, facturas proforma, etc. La sorpresa vino al presentarlos a la Caja. No sé qué proporción de proyectos se financiaron, pero quien me contaba esto presentó al menos una docena, y todos fueron rechazados. En conversación directa con un alto directivo de la entidad, lo que sacó en claro es que la Caja no se quería arriesgar.

Esto fue antes de la crisis. ¿Prefería la Caja invertir en subprimes antes que en emprendedores? ¿Cuántos proyectos inmobiliarios tenían el logo de la Caja frente a la obra?

Es el momento de preguntarnos qué habría pasado si se hubiese apostado decididamente, y no con limosnas, por el conocimiento, la innovación y por los emprendedores. Si la inversión hubiese ido más al entorno social y económico de la Caja y no tanto al tangible ladrillo y a los paquetes de hipotecas Ninja.

Y ahora estamos estancados porque la banca no quiere conceder créditos a la gente normal. Miedo de que los débiles no devuelvan los créditos, mientras intentan ignorar que los culpables son ellos mismos. Culpables por tejer la tela de la economía neocon en la que tanto les gustaba columpiarse.

Ahora, más que nunca, hay que dar oportunidades a los emprendedores de verdad, a los de la innovación y el think different. Pero los culpables siguen ahí, con la misma mentalidad y manejando igual.

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